
Quejarse de la juventud es todo un tópico, lo sé, pero es que los chavales de hoy en día se merecen eso y mucho más. La generalización nunca es buena, pero sólo hace falta ir una tarde en el metro o pasar por el Casco Viejo una noche del fin de semana para odiar a esos jóvenes que serán nuestro futuro. ¡Madre mía, qué Dios nos asista! Pero quería hablar de esa molesta costumbre que a mí en particular me saca de quicio: escuchar la música del móvil sin cascos.
Nokia, Sonic Erison, Siemens... los móviles de última generación ofrecen múltiples posibilidades de diversión: sacar fotos, grabar vídeos, juegos... y escuchar música. Todo eso está muy bien. El problema viene cuando no sabes utilizar esas tecnologías.
El otro día iba en el metro volviendo a casa del curro, leyendo Deia tranquilamente y de repente, un grupillo de niñatas entró en el vagón y con su móvil a todo volumen molestaron a todos los que estabamos sentados al rededor. Alguien debería haberles dicho: "¡Quereís poneros unos cascos y dejar de dar el coñazo!" pero nadie lo hizo.
Ese es el problema. Los chavales están sin domar porque no hay nadie que los dome y les lleve por el buen camino. ¡Bendito futuro nos espera!